Tres hombres o uno solo, visto desde tres diferentes ángulos y con una luna creciente sobre sus cabezas. Se trata de un atardecer y el personaje masculino, aislado, pensativo y distante aparece rígido y estático, como si se tratara de un muñeco, con una cara inexpresiva, como de cera, y nos hace pensar sobre qué sentido tiene todo esto. Tres lunas y tres hombres, totalmente iguales; soledad y misterio; claridad y oscuridad. La interpretación queda así abierta y Magritte sólo nos sugiere un campo de posibilidades para que nosotros busquemos explicaciones, si es que podemos.
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